Este virus nos ha forzado a crear una nueva dinámica social en muchos sentidos y las empresas no están exentas de ello.
Hoy lo cierto es que la flexibilidad laboral se nos adelantó y nos tomó mal parados, esto debido a que pocas organizaciones tenían como costumbre gestionar el trabajo remoto y aquellas organizaciones que sí cumplían con esta modalidad tenían una población del 25% o menos haciendo labores a distancia.

Por lo anterior hay 3 grandes retos que han debido abordar las organizaciones:

• Cosas tan básicas como tener a los colaboradores equipados para trabajar remotamente con equipo (laptops) y una conexión adecuada de internet, implicó una disrupción ante la continuidad del negocio.
  
  
• Otro gran reto ha sido la conectividad y la capacidad de la VPN corporativa y sus accesos para proteger la data empresarial. Pocas compañías contaban con accesos para todos sus subalternos y han tenido que correr para contratar sistemas de seguridad, accesos adicionales y herramientas para el teletrabajo, intercambio de archivos y colaboración remota.
  
  
• Un tercer desafío ha resultado ser la comunicación y la confianza con el empleado. Jefaturas y gerencias no estaban acostumbrados a la comunicación con la fuerza laboral de manera remota. Encuestas han revelado que el 90% de los directivos tiene alta preocupación en la baja productividad por carecer competencias de cómo gestionar equipos virtuales.

A lo anteriormente señalado hay que sumarle que pocas empresas se están preocupando por tener presente el sentir de sus colaboradores ante esta crisis. ¿Tienen ansiedad? ¿están teniendo dificultades con el trabajo en casa? ¿habrá estrés? Solo el 16% de las organizaciones ha aplicado encuestas digitales para saber cómo se sienten y qué piensan los colaboradores.

Esto nos habla de una curva enorme de aprendizaje en muchos sentidos para el área de recursos humanos y aquellos que logren capitalizar los esfuerzos realizados durante esta crisis saldrán muy fortalecidos.